jueves, 6 de agosto de 2009

El delincuente sanitario


I was talking to my doctor down at the hospital He said, son, it says here youre twenty-seven, But thats impossible
Cocaine-you look like you could be forty-five"
Cocaine. Jackson Browne.1977.

Imaginemos un ciudadano de costumbres licenciosas. Pese a las reiteradas recomendaciones de los responsables sanitarios persiste en sus hábitos poco saludables: insiste en fumar, bebe en demasía, consume alguna que otra sustancia tóxica…. Como en la canción tiene 27 , pero parece que tenga 45. Ignora cualquier recomendación en materia de prevención, de detección precoz de las potenciales enfermedades a las que puede estar expuesto. ¿Cuál es el grado de responsabilidad del individuo y la colectividades el mantenimiento de la salud? De la misma forma que un parado debe demostrar su interés en obtener un trabajo, ¿podría ocurrir que en el futuro un paciente debiera demostrar sus costumbres saludables para conseguir el reembolso de sus gastos sanitarios?¿ O del acceso a determinadas prestaciones?
Sobre este interesante dilema, la responsabilidad legal en materia de salud, ha realizado un excelente trabajo Coline Fort, miembro de la promoción de nuestro máster en Salud Pública “Europbuhealth” que ya comentamos aquí hace unos cuantos días. Aunque analiza específicamente la situación en Francia su trabajo plantea elementos muy interesantes para el debate sobre lo que es la salud pública.
En Francia la llamada Ley Kouchner consagra la idea de “una responsabilidad individual con respecto a la sociedad especialmente en materia de preservación de la salud”. Como se señala en el trabajo, desde un punto de vista jurídico la responsabilidad de una persona supone la obligación de mantener una determinada conducta. A diferencia de la obligación exclusivamente moral, la responsabilidad implica la reglamentación de un comportamiento y por tanto la posible existencia de un mecanismo de sanción de su violación. Lecorps y Paturet en su excelente “Santé Publique du biopouvoir à la démocratie”, señalan que “el lenguaje religioso recobra su papel en el campo de la representación de la salud. Uno no se pone enfermo por azar; la enfermedad representa la sanción a una falta que exige reparación. El personal de la salud ( a la manera de un gendarme sanitario) recuerda al delincuente las leyes de la vida sana, como el sacerdote invitaba al pecador al arrepentimiento”.
En tiempos como los actuales de continua preocupación por la sostenibilidad del sistema es tentadora la hipótesis de un ciudadano con responsabilidad explícita en el mal uso de los recursos, tan responsable de las enfermedades que hoy tiene por su falta de protección de su propia salud, como lo es de no haber hecho todo lo posible para evitar el robo si en su casa no instaló rejas. Fort señala en su trabajo jurisprudencia relativa a la denegación de indemnización a pacientes por haber adoptado comportamientos peligrosos para su salud (sirva de ejemplo el haber fumado como causante del ateroma que causó una embolia).
Cuando el lenguaje del “management” invade cada vez más parcelas de la vida cotidiana, Lecorps y Paturet sostienen que la salud se ha convertido en un capital destinado a ser autogestionado, sobre el cual las autoridades sanitarias ejercen su moderno papel de Coaching .
Fort concluye con una interesante reflexión: “el hecho de vivir y de existir no siempre se corresponde con el concepto de “ bueno para la salud”, pero eso no hace del individuo un irresponsable. Por ello dejar al individuo a cargo de sus propias elecciones en función del sentido que da a su vida no impide, sino todo lo contrario, reflexionar sobre la cuestión de vivir en sociedad”. Y por lo tanto de concretar los papeles y responsabilidades de los diferentes agentes ( ciudadanos, profesionales sanitarios, políticos).

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