domingo, 16 de enero de 2011

¿Para qué sirve un clip?

“ Los niños que empiezan hoy la escuela se jubilarán en 2065.
¿ Tienes alguna idea de cómo será el mundo entonces?”
Ken Robinson.


Es conocido el hecho paradójico de que mientras varias escuelas de negocio españolas figuran habitualmente entre las veinte primeras en los rankings de las más relevantes en su género, no hay ninguna universidad española entre las primeras doscientas en su género. Aunque es más que discutible que establecer rankings sirva para algo  ( más allá de la liga de fútbol,)  parece poco discutible que la universidad española es todo, menos excelente. Y no hablamos de que pueda competir con países como Holanda o Bélgica, sino que incluso es superada por “potencias” como Hungría o la República Checa.
¿Razones? Sin duda hay muchas. En Nada es Gratis, Antonio Cabrales hace una interesante revisión de este asunto. En ella comenta el informe realizado por Bruegel en 2008 en el que analizaban la relación entre el desempeño de las universidades y su grado de autonomía y competencia (para atraer profesores, alumnos y fondos). Parece claro que las universidades excelentes tienen la capacidad de buscar y conseguir a los mejores.  
Aquí mientras tanto seguimos con universidades endogámicas , con curriculos educativos propios del siglo XIX , y muy satisfechos de mantener seis años para la carrera de medicina ( cuando en McMaster en Canadá la hacen en tres, con similares resultados a universidades canadienses con cuatro años de grado, como publicaban en el CMAJ hace unos años).
Ya hablamos en este blog de Ken Robinson y sus siempre lúcidas intervenciones sobre educación. En una de las más recientes ( Changing educations paradigms,) revisa los modelos de reforma educativa introducidos en diferentes países del mundo ( y que  son modelados por los intereses de la economía que padecemos). Y parece que los que denomina “modelos educativos alienados del pasado siglo” servirán de poco  en un futuro tan incierto y complejo como el que nos espera; entre otras razones porque estaban pensadas para una época radicalmente distinta, ligada a la revolución industrial. Una vez el más el paradigma de la industria ( y de la máquina que esta produce) sigue siendo como en tantos otros campos ( sanidad incluido) el modelo dominante: asignaturas separadas en compartimentos estancos, organización por fecha de manufactura, test estandarizados, acreditación por instancias certificadoras, sexenio como unidad de medida….
Paradójicamente lo que necesitamos es justamente lo contrario: no puede haber respuesta a escenarios tan complicados como los que nos esperan en los próximos 50 años sin innovación, sin creatividad, en definitiva sin nuevas formas de hacer las cosas. En palabras de Robinson:, ser capaces de buscar múltiples respuestas a una misma pregunta.
Como ejemplo, él lo ilustra con una simple: ¿Cuántos usos diferentes le puedes dar a un clip para agrupar papeles? Si usted es capaz de pensar en 15 usos distintos puede sentirse satisfecho, pero sepa que hay gente capaz de proponer 200.
Esa capacidad de desarrollar múltiples alternativas a un determinado problema no es algo propio de genios: casi todos la tenemos al nacer. El problema es que se deteriora y pierde con los años. Al pasar por las instituciones que nos forman, al trabajar para las empresas para las que trabajamos.            

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